Comentario
En contra de lo supuesto por los alemanes, los expedicionarios manifestarían un alto grado de valor y efectividad a partir del momento de la entrada en el combate, a pesar de las deficiencias ya señaladas que actuaban en sentido negativo. Defendiendo la ciudad de Possad, la división perdería un total de 264 hombres, junto a 791 heridos y 354 casos de congelaciones graves. Mientras tanto, la escuadrilla española estaba ya actuando sobre los alrededores de Moscú. Mención especial, debido a su heroísmo, merece la actuación de la compañía de esquiadores que luchaba sobre la superficie helada del lago Ladoga; de un total inicial de 206 hombres solamente sobrevivirían doce.
Tras los primeros diez meses de lucha, la División Azul había perdido a más de mil cuatrocientos de sus miembros integrantes, mientras comenzaba a pensarse en el relevo de los que se mantenían con vida. Por entonces, en Madrid, el general Franco manifestaba que España aportaría un millón de soldados en caso de que los soviéticos tratasen de avanzar sobre la capital del Reich. Sobre el escenario de la lucha, la capacidad de actuación de los españoles permitía que se les encargase la realización de acciones pequeñas pero penosas, al tiempo que empresas de gran envergadura durante combates que suponían un alto costo en vidas.
La guerra seguía su curso, pero se manifestaba de forma evidente el declive del poderío alemán, tanto en los escenarios del norte de África como en la misma Unión Soviética. El Gobierno de Madrid, ante este giro de la situación, comenzaba a mostrar ya algunas distancias con respecto a las potencias del Eje. De esta forma, tratando de ofrecer a los occidentales una imagen más aceptable para la situación que se anunciaba, fueron destituidos varios altos cargos que mostraban una evidente afinidad ideológica con el Reich. En sus puestos fueron situados elementos más abiertos a un entendimiento con las potencias que se mostraban como futuros vencedores en la contienda. Dentro de este contexto, Muñoz Grandes se retiró del mando de la División, siendo sustituido por el general Esteban-Infantes, hasta ese momento adjunto suyo.
En el mes de febrero de 1943, la División Azul se enfrentó a una fuerte ofensiva soviética lanzada en el sector del lago Ladoga, tras la que perdería un total de 3.200 hombres junto con trescientos prisioneros. La guerra mostraba ya los trazos que marcaban el declive germano, especialmente tras la retirada de Italia de la guerra a partir del siguiente mes de julio como consecuencia de la caída de Mussolini. Debido a ello, y prosiguiendo su política de acondicionamiento a las necesidades del momento, Franco decidió el 9 de mayo de 1943 el retorno a las posiciones de neutralidad que se había visto obligado a abandonar tres años antes.
Este cambio de línea habría de influir lógicamente sobre la suerte de la División Azul, cuya orden de repatriación fue cursada en el siguiente mes de septiembre, ante la práctica impasibilidad alemana. El 17 de noviembre, la formación era oficialmente disuelta. Un sector de la misma, bajo el nombre de Legión Azul, integrada por dos mil hombres, se mantendría en territorio soviético como simbólica presencia española en el escenario bélico. Este grupo habría de actuar de forma muy destacada en el frente norte, hasta que la contraofensiva soviética del invierno de 1943-44 les obligó a replegarse. El día 14 de febrero de 1944, los legionarios retornaban a su país de origen. De forma paralela, los miembros de la escuadrilla, que había tenido una destacada actuación en las regiones del centro del país, volvían a España. Habían perdido un total de 163 aviones, y su personal se veía reducido en 25 de sus miembros.
Un reducido grupo de legionarios, ideológicamente fanatizados o simplemente idealistas, se integraron entonces en las SS alemanas, junto con las que actuarían en la defensa de Berlín, durante la cual murió la inmensa mayoría de ellos. Para entonces, el final de la guerra en Europa permitiría contabilizar el balance humano que esta participación española junto al Reich tuvo: 3.934 muertos, 8.466 heridos y 326 desaparecidos.
La División Azul había servido en su momento como efectivo elemento propagandístico del régimen surgido de la guerra civil en el interior del país, al mostrar el evidente grado de apoyo con el que contaba entre la población. Al mismo tiempo, actuó como cauce para las ansias belicistas de muchos falangistas que no ocultaban su desacuerdo con un sistema que poco tenía que ver con el que habían deseado implantar y controlar. Finalmente, en el plano material, esta aportación de elementos humanos a la guerra de Hitler sirvió para reducir el monto total de la deuda que España tenía con Alemania en una cifra aproximada de ciento treinta y ocho millones de marcos.
El día dos de abril de 1954, nueve años después de la finalización del conflicto y en pleno clima de guerra fría, el buque griego Semiramis desembarcaba en el puerto de Barcelona a 291 divisionarios, supervivientes de los campos de concentración soviéticos. Eran los últimos restos de la División Azul que, como anunciaba la propaganda oficial de la época, regresaban del infierno.